¡Libertad de expresión o libertad de presión?

Es sabido que en los últimos 9 años hemos recuperado un proyecto de país fundado en el consumo popular, el trabajo y la industria nacional, constituyendo un trípode virtuoso de un desarrollo sin parangón en la historia argentina (recuperación de la soberanía de nuestros recursos estratégicos, monetarios, previsionales, del trabajo y los derechos laborales y sociales).
También es sabido que las asociaciones que se inscriben como defensoras de los consumidores tienen, por mandato legal, la función de defender, informar y educar a los consumidores. Y que recibir información adecuada y veraz es parte de los derechos consagrados por la Constitución para los consumidores.
Hemos recibido la respuesta de una asociación, Adelco, a un requerimiento sobre la metodología utilizada para la elaboración de supuestos “índices” de precios que difunden. Requerimiento similar al que infructuosamente le enviamos a Consumidores Libres el 3 de agosto pasado.
¿Qué le preguntamos a Adelco? Que informe en base a qué metodología publica en los medios masivos y, sobre todo, amplificado por el multimedios más poderoso de la Argentina, un “índice” de variación de precios, supuestamente entre el mes de julio y junio y, además, una variación “acumulada” desde el año 2002!.
¿Qué precios informa Adelco? NINGUNO. Dice relevar precios de “marcas líderes” y “segundas marcas”, pero ni primera ni segunda, no sabemos de qué marcas se trata. No hay precio relevados. Hay “promedios” y “porcentajes”. Sin embargo, los promedios no resultan de los precios más altos y más bajos que señalan. Las variaciones porcentuales, si estuvieran calculados sobre los “promedios” tampoco son correctos. ¿Promedio entre cuántos? ¿Entre dos? ¿El más caro y el más barato? ¿Y cómo es que el promedio del sachet de leche fresca entera resulta 5,40 y el más caro 5,15? Cuando yo estudiaba matemática el valor más alto era siempre mayor que el promedio.
Adelco dice relevar precios de una “canasta básica”, pero la lista que publica no constituye una canasta básica de consumo, no considera los valores recomendados por los nutricionistas, ni está basada en ningún grupo de referencia ni indica marcas. Adelco aclara que “en ningún momento señalamos que los productos relevados son los de preferencia de los consumidores porque no relevamos precios de una canasta básica nutricional, se aclara debidamente que es una canasta sin ponderaciones”.A confesión de partes, relevo de pruebas: si no tiene ponderación, no es canasta.
¿Y los consumidores informados? Bien, gracias. No sabemos en qué sucursal de Jumbo, Coto o Carrefour preguntaron el precio ni qué marca de harina de trigo, de maíz, arroz, fideos secos eligieron para relevar. No lo sabemos nosotros, ni los lectores de Clarín. A Clarín, por supuesto, no le importa.
Toda ama de casa que hace sus compras sabe que los precios son variables entre distintas sucursales de una misma cadena de supermercados, que también son distintos entre los comercios de vecindad y, por supuesto, entre distintas marcas.
Por más que en la nota que Adelco nos envía modifica ¿maliciosamente? el título y dice relevamiento de precios, la apresurada corrección no alcanza a modificar los cuadros que adjunta, en los que totaliza una “cesta sin ponderación”. ¿Cesta será canasta?
Por lo demás, dice Adelco, como también escuché en medios de comunicación decir a Héctor Polino, que hace VEINTE años que relevan lo mismo, en los mismos lugares. Vaya, vaya. La mayoría de nosotros hemos visto que se han instalado nuevas cadenas, que han cambiado sus sucursales. Hemos visto que FELIZMENTE han cambiado los hábitos de consumo, porque hemos mejorado enormemente nuestro acceso a bienes y a servicios.
NO TE MUERAS NUNCA ACELGA
La agitación que se instaló porque la Subsecretaría de Defensa del Consumidor requirió a la cooperativa Consumidores Libres que informe, con la verdad, sobre los relevamientos de precios que dice haber realizado, nos motiva a compartir con los lectores estas reflexiones.
¿Les informan algo a los lectores de Clarín? Tal vez que se puede usar una asociación de consumidores para sumarse al coro de los devaluadores, de los que instalan la expectativa de que aumenten los precios para presionar sobre las importaciones y volvamos a la época de oro (de oro para pocos) en que se destruyó sistemáticamente la capacidad de producción y la autoestima nacional.
A diferencia de la impresentable respuesta de Adelco, Consumidores Libres ni siquiera intentó presentar un borrador de algún informe. Ni siquiera se tomó la molestia de contestar. ¿Será que no saben bien cómo hacen los cálculos? Porque ellos TAMPOCO publican PRECIOS. Sólo porcentajes, vaya uno a saber sobre qué valores los sacan.
Quizás la acelga le sirvió a Polino de pasaporte para entrar a la cadena del desánimo con un número rutilante: 17.3 por ciento que, como venimos viendo, nadie sabe de dónde sale.
Así como muchas asociaciones de consumidores acompañaron la tarea de recomendar que no se comprara la lechuga criolla cuando por la misma inundación y mal tiempo vino poca y cara, a Polino la inundación y la falta de acelga lo llevó directo a las páginas de Clarín.
Este mes, muchas organizaciones que trabajan por el acceso a un consumo digno para las familias de trabajadores argentinos, se han puesto en movimiento para evitar que haya zozobra o preocupación por una situación que estacionalmente se repite: el agua y las heladas nos han dejado con poca papa. La mayoría de las personas, seguramente, la hemos sustituido por batata, zapallo, mandioca, arroz, etc. Para Polino, en realidad, lo que nos ha ocurrido es que hemos tenido 2 puntos porcentuales de aumento en nuestra “canasta” básica.
Si alguien hubiera dicho hace 10 años que Argentina estaría en el debate mundial de las políticas de desarrollo muchos habrían sonreído con sorna.
Quién nos hubiera dicho que iba a ser vox pópuli el papel nefasto que en la comunicación cumplen los grandes multimedios y algunos medios tradicionales.
Cuándo hubiéramos soñado tener una Presidenta con el coraje de cambiar todos los paradigmas. Que iba a sacar de la marginalidad la defensa de los consumidores para ubicarla en el centro de un proyecto político de crecimiento con equidad, el consumo popular.
Como Subsecretaria de Defensa del Consumidor y como antigua dirigente de la lucha de las amas de casa por sus derechos, y acompañando las políticas de protección y promoción del acceso al consumo de nuestro gobierno, hemos erradicado la consigna individualista del “no se queje si no se queja” para convocar a la comunidad a ser partícipe activa de una política que defiende nuestro derecho al consumo.
Y vamos a defender sin desmayo los logros que han permitido: incluir 2,5 millones de personas mayores en el derecho previsional; incorporar casi 2 millones de hogares a la seguridad de un ingreso mensual a través de la AUH; aumentar más de 13 veces el salario y la jubilación mínima; recuperar los derechos laborales con paritarias y consejo de salario incluidos; y otorgar a las amas de casa la posibilidad y el derecho de administrar la economía de su familia con el respaldo del Estado.
Vamos a defender una política basada en la expansión de derechos a cada vez más sectores, con la mayor cobertura federal, en obras públicas, viviendas y acceso al empleo. Mucho es lo que nos falta, pero lo vamos a conquistar sólo si no retrocedemos un solo paso.
¿Qué servicio le presta a los consumidores la comunicación de un número que ni siquiera es un índice? ¿Lo orienta en su toma de decisiones? Algunos me preguntan qué riesgo tiene esa publicación.
El riesgo es que se instale el temor, la depresión, el retraimiento, en el momento en que las políticas y los recursos del Estado se dirigen precisamente a cuidar el empleo y a consolidar el mercado interno recuperado.
Ahora vuelven con la idea de que los sueldos son altos. Al final, ¿quién los entiende? ¿Son altos los sueldos? ¿O son altos los precios? Lo alto es la autoestima de nuestro pueblo. Por eso acuden a cualquier herramienta para desanimarnos.
Pero no van a tener suerte. El 54 por ciento de argentinos que acompañó a la Presidenta el año pasado la eligió porque seguramente prefiere las noticias que vive y no las que le cuentan.